Semana Santa en la provincia

De la última cena al descendimiento

I.P. / Burgos - domingo, 5 de abril de 2015
Carmelo de la Fuente, en su papel de Cristo, volvió a sufrir una vez más en su recorrido con la cruz a cuestas por las calles y tortuosos caminos de La Molina de Ubierna, la pequeña localidad de la Merindad de Río Ubierna cuyos vecinos se vuelcan en la escenificación de la Pasión, que este año ha alcanzado la 35 edición. El buen tiempo y la ausencia del Vía Crucis viviente en la cercana localidad de Villalbilla de Burgos atrajo si cabe más gente aún que en ediciones pasadas a La Molina.
A nadie de los presentes la representación de la Pasión, a cargo de medio centenar de vecinos, dejó indiferente, desde la escena del tribunal de Pilatos en la plaza -a la que siguió el pregón de la senadora Begoña Contreras- hasta el momento del descendimiento en el ‘cerro’ y el traslado del Cristo muerto a la ermita allí enclavada. Entre tanto, un recorrido de unos dos kilómetros y medio para  revivir los últimos momentos de la vida de Cristo, que destacan por su realismo, gracias al oficio que ya llevan sobre sus espaldas los ‘actores’, como el propio Carmelo de la Fuente o el atleta veterano José Ramón Torres, que da vida al mal ladrón, o José María del Olmo, en la piel de Pilatos, sin olvidarnos del resto de vecinos, que no solo conmueven en ese recorrido del Viernes Santo, sino que durante muchos días trabajan para montar los distintos escenarios y sacar adelante la Pasión, que viven con auténtica pasión.
Una de las novedades de este año ha sido probar el funcionamiento de micrófonos para incorporarlos a los propios actores en sucesivas ediciones; se hizo en la escena del tribunal de Pilatos, resultando bien. Se trata de que todos los asistentes pueden escuchar además de ver.
Del Olmo asegura que los vecinos están muy orgullosos de su Vía Crucis y se trabaja ya en el relevo generacional. El mayor problema, dice, no es de entusiasmo, que lo hay de sobra, sino económico. Afortunadamente, éste también se va salvando con el mecenazgo de la empresa Maxam, que financia el alquiler de los «carísimos» ropajes de los romanos, las dos asociaciones del pueblo y la junta vecinal. La Molina tiene Pasión para rato.
Como también la tienen Arauzo de Miel y Covarrubias, las otras dos localidades donde el Viernes Santo se escenificó la Pasión, también con muchísima asistencia de público. En la cuesta del Calvario, en Arauzo, impresiona seguir las últimas escenas, mientras que en Covarrubias, no cabía un alma más por sus calles. Este Vía Crucis es el más peculiar de la provincia y de buena parte del país, ya que las escenas son estáticas y silenciosas, distribuidas a lo largo de distintos rincones de la villa, y son los visitantes quienes las van recorriendo con un sobrecogedor sentimiento, desde la última cena al descendimiento. La crucifixión, en el paraje de ‘El Soto’ a la luz de las hogueras, queda para siempre en la retina de los cientos de visitantes que acuden a la localidad, como también  el descendimiento,  ésta escena dentro de la colegiata de San Cosme y San Damián.